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Las elecciones presidenciales de Estados Unidos ya están aquí. El republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden han expresado sus promesas de campaña y se han comprometido a navegar por la recuperación de la nación después de haber sido puesta patas arriba por una pandemia mundial. A medida que nos anticipamos a los resultados en los próximos días, una decisión en cualquiera de los dos lados de la papeleta tendrá implicaciones para las estrategias de las organizaciones de envío de todo el país.
La agenda política de cada candidato va mucho más allá del apoyo a las cadenas de suministro críticas y la defensa de los bajos costes para el consumidor mientras el país atraviesa un periodo de recuperación económica. Aquí comparamos a los candidatos de 2020 y sus políticas políticas en lo que respecta a los cargadores, el transporte, la energía y la industria de la cadena de suministro en general.
Para una sinopsis de alto nivel, vea a continuación un gráfico que compara las políticas de cada candidato presidencial:
Las elecciones de 2020 ayudarán a dar forma a los mercados energéticos mundiales durante los próximos cuatro años. Si el presidente Donald Trump es reelegido en noviembre, se espera que el Partido Republicano mantenga su estrategia de mantener el dominio energético de Estados Unidos. El enfoque de Trump en la seguridad, abundancia y expansión energética ha fomentado la capacidad del país para convertirse en exportador neto de productos energéticos y en el mayor productor de crudo del planeta. Esto -entre otros factores- ha consolidado la posición de EE.UU. como eje crítico en el ecosistema energético mundial.
El presidente Trump planea seguir apoyando el fracking como medio de extracción de crudo y gas natural. Además, cree que el uso continuado de combustibles fósiles convencionales más rentables en el transporte y la generación de energía es lo mejor para la nación. Esto se debe a que se alinea adecuadamente con el objetivo del partido de hacer crecer el sector energético nacional y evita el riesgo financiero de adoptar una hoja de ruta energética más centrada en las energías renovables.
Al igual que el presidente Trump, Joe Biden también reconoce que la autoridad del mercado energético de Estados Unidos es uno de sus activos más valiosos. Ciertos miembros del Partido Demócrata apoyan el fracking y redoblarán su apuesta por el crecimiento del sector energético nacional. El equipo de Biden, sin embargo, trabajará para lograr un equilibrio entre la expansión de los combustibles fósiles y el aumento de la adopción de energías renovables, con el objetivo de alcanzar el 100% de electricidad renovable en 2035. Biden anunció su promesa de poner fin a las nuevas perforaciones en propiedad federal y de vigilar más de cerca las emisiones de la producción de energía, dos medidas que podrían tener consecuencias para las empresas petroleras y de gas.
Las políticas en torno a la reducción de emisiones y la sostenibilidad se han convertido progresivamente en una piedra angular de las estrategias corporativas y se han infiltrado en las conversaciones entre las voces más influyentes del mundo. La percepción pública, la tecnología y las políticas han evolucionado para seguir el ritmo del impulso global para disminuir la huella de carbono, pero la Administración Trump ha obstaculizado que Estados Unidos se sume plenamente a este movimiento.
La decisión de Trump de abandonar el Acuerdo de París puso a Estados Unidos en una isla en cuanto a su falta de voluntad para impulsar de forma colaborativa la lucha contra el cambio climático. La Administración Trump reconoce que la reducción de emisiones es necesaria, pero la participación de Estados Unidos en el Acuerdo de París amenazaba la competitividad del país.
De forma similar, el presidente Trump decidió dar marcha atrás en los requisitos de ahorro de combustible de los fabricantes de automóviles respecto a un estándar establecido previamente por el presidente Obama. Esto se dirigió principalmente a los vehículos de pasajeros de consumo, pero los ideales arraigados en la decisión se extienden también al transporte comercial. La fuerte oposición de Trump al Green New Deal y su desinterés general por los programas de fijación de precios del carbono también refuerzan su falta de atención hacia la legislación climática nacional.
La política climática es quizás donde Biden y Trump difieren más, con Biden introduciendo un marco de "Revolución de la Energía Limpia" para que Estados Unidos se convierta en un emisor neto cero para 2050. Muchos se preguntan si Biden se reincorporará al Acuerdo de París, algo que ha manifestado públicamente tras su toma de posesión. Además, es probable que Biden reinstaure las normas de ahorro de combustible previamente derogadas por Trump, todo ello en un esfuerzo por reconstruir la reputación de sostenibilidad de Estados Unidos. Biden también se mostró de acuerdo con la exploración y puesta en marcha de más oportunidades de financiación para la captura de carbono y mecanismos de fijación de precios del carbono para las partes implicadas, como los transportistas y el sector del transporte.
Hay apoyo bipartidista para una legislación masiva sobre infraestructuras, pero la financiación sigue siendo el mayor obstáculo. El presidente Trump no ha evitado hacer pública la necesidad de la nación de nuevas y mejores infraestructuras de transporte, como lo demuestra su propuesta de ley de 1 billón de dólares a principios de este año. Además de carreteras, puentes, aeropuertos y similares, Trump también se ha mostrado abierto a financiar infraestructuras para vehículos eléctricos de forma específica. Esto se produce a pesar de su decisión de cancelar los créditos fiscales para los compradores de vehículos eléctricos, ya que su administración busca más bien formas de crear empleo y estimular la economía en medio de la actual recesión.
La posición de Biden sobre la financiación de infraestructuras se hace eco fundamentalmente de la del presidente Trump, pero con planes aún más agresivos para financiar los proyectos existentes. Joe Biden promete una segunda gran revolución ferroviaria, según sus propias palabras, mejorando nuestra red ferroviaria para dar cabida a más transporte público y de mercancías. Cree que esto no solo creará puestos de trabajo y dará estabilidad a la economía, sino que también reducirá las emisiones y el consumo de combustibles fósiles.
En total, la mentalidad de Biden en materia de infraestructuras es más progresista que la del partido contrario. Aspectos como las redes eléctricas inteligentes, una tecnología de eficiencia más avanzada y una financiación agresiva de los vehículos eléctricos son sólo algunos de los temas que Biden ha debatido a lo largo de su campaña.
La decisión de Trump de retirarse del acuerdo nuclear con Irán, aplicar un embargo económico casi total y sancionar las exportaciones de petróleo marcó un rumbo que probablemente continuará si es reelegido. La creciente presión de la Administración Trump sobre la cadena de suministro de la industria energética de Venezuela y el régimen del presidente Maduro también han sensibilizado las relaciones de Estados Unidos con sus aliados venezolanos. Las relaciones de Estados Unidos con Irán y Venezuela, además de la voluntad de Trump de hacer públicas las negociaciones con entidades como la Organización de Países Exportadores de Petróleo, hacen de la geopolítica un riesgo sobrevolante. El enfoque nacionalista de Trump sobre el comercio, los aranceles y la reestructuración total de los pactos comerciales también se espera que le sigan si su presidencia se prolonga.
Aparte de secundar la presión de Trump sobre Venezuela, la política exterior de Biden es bastante diferente y más incierta que la de nuestro actual presidente. Biden está abierto a reincorporarse al acuerdo nuclear con Irán para reconstruir las relaciones en Oriente Medio y es un firme defensor de marcos comerciales más liberalizados. Biden espera utilizar esquemas más específicos para garantizar que el comercio libre, justo y legal se ejecute a nivel internacional, en lugar de mantener los amplios aranceles impuestos por Trump. En total, es probable que mantener las relaciones comerciales de Estados Unidos con países como China y restaurar el apoyo a marcos como la OTAN sea lo más importante para Biden.
Asimismo, la carrera al Senado será un factor clave para decidir el avance o el retroceso de las políticas, independientemente del candidato que ocupe el cargo. En la actualidad, se votarán 35 escaños en noviembre. El control del Senado contribuirá en gran medida a fortalecer o impedir las agendas presidenciales.
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